JOSÉ MAURICIO, DE LA HIEL A LA MIEL
El fino y poderoso toreo de el diestro capitalino, nos devuelve la ilusión.
El fino y poderoso toreo de el diestro capitalino, nos devuelve la ilusión.
23/12/2019
Por: Rafael Anaya Desde Miguel Espinosa "Armillita", ningún torero mexicano me había movido tantos sentimientos y emociones como lo hizo José Mauricio en sus dos recientes actuaciones en La Plaza México. No los estoy comparando. Miguel es un torero histórico, mientras que José Mauricio tiene todo para pasar a la historia como el torero consentido de la afición capitalina, (si no es que ya lo es), y del país entero. La sobriedad de su toreo estético y vertical parece salido de una pintura , o de esas fotografías que cuelgan en muchos rincones taurinos del mundo. Empaque y solera, reposo y gusto, valor y sentimiento, corazón y emoción, son "nada más", el sello característico de su toreo. El domingo 15 de diciembre cuajó dos faenas de distinto calado a bravos toros de Barralva. La primera, haciendo el toreo sedoso, de clase. La segunda, demostrando que también es un torero con una muleta poderosa, ante un toro que le exigió de principio a fin. Mauricio supo resolver la papeleta con nota de excelencia, dejando claro el portento de torero que es. El día 22 demostró que le puede a lo que le salga por la puerta de toril, y crear la más bella expresión del toreo salida del alma. Mauricio entendió muy bien a su lote de Montecristo, justo de presencia y condiciones, y repitió la dosis de arte y poderío con momentos de enorme torería en ambos toros, como esa media Verónica sublime. Dos salidas a hombros de forma consecutiva. Ahí queda eso. En éstos tiempos de toreo a troquel, sobresale el bien torear y el bien lidiar. El tirarse a matar por derecho y sin ventajas. El respetar las formas y la ortodoxia acuñada a través de los siglos. El ejecutar el ARTE del toreo, sin recursos efectistas de lugar común. José Mauricio ha sabido esperar, luchar, amar la profesión y respetar la vocación de torero. Alejado de las redes sociales, sin amarguras y sin montajes publicitarios ni ataques personales, regresó a La México con la categoría que muy pocos seres humanos poseen. Lo sucedido en el ruedo es una extensión de la humildad de la persona, la entereza del torero y la convicción del ser humano de trascender en el mundo de los toros. Hablar del pasado es ocioso. Días grises hubo muchos. Sólo él y su círculo más cercano los vivieron y los padecieron. La afición lo quiere porque a través de su historia de vida que nos ha platicado, hace que nos sintamos cercanos a él. Conecta con el tendido por su carisma, su frescura y porque en el ruedo se refleja tal como es. El equipo de trabajo encabezado por Alex Pelaez merece mención especial porque le han cambiado el rumbo. El trabajo mental ha sido fundamental, igual que el espiritual. Poco más de dos años de trabajo empiezan a florecer. No hay metas porque no hay un final establecido. Es el camino que se recorre lo que importa, y cómo prepararse para recorrerlo. Hacía mucho tiempo que un torero no causaba tanto revuelo entre la afición y en los medios de comunicación. Así son las "mieles del triunfo", y que bueno. Necesitamos buenos ejemplos, incluso ídolos, en muchos sectores de la sociedad y a la fiesta brava nacional le urge. El domingo pasado se confirmó que José Mauricio está para convertirse en figura del toreo. Que no pudo haber regresado en mejor momento a La Plaza México y que su ausencia de cinco años triunfó. Es natural que Mauricio forme parte del cartel del 5 de febrero próximo porque se lo ha ganado más que justificadamente, y porque la afición lo pide. La afición no se equivoca. |